viernes, 25 de diciembre de 2020

¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

 «El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierras de sombras, y una luz les brilló». (Isaías 9,1-2)


 




domingo, 20 de diciembre de 2020

Cuarto domingo de Adviento

 


Al encender estas cuatro velas, en el último domingo,
 pensamos en ella, la Virgen, 
tu madre y nuestra madre. 
Nadie te esperó con más ansia, 
con más ternura, con más amor. 
Nadie te recibió con más alegría.
Te sembraste en ella 
como el grano de trigo se siembra en el surco. 
En sus brazos encontraste la cuna más hermosa. 
También nosotros queremos prepararnos así: 
en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día. 
¡Ven pronto, Señor. Ven a salvarnos!

domingo, 13 de diciembre de 2020

Tercer domingo de Adviento

 

En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. 
Se anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar. Preparad sus caminos, porque ya se acerca. 
Adornad vuestra alma como una novia se engalana el día de su boda. 
Ya llega el mensajero. 
Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.
 Cuando encendemos estas cuatro velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. 
¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!

martes, 8 de diciembre de 2020

Inmaculada Concepción

Viene el Señor de la Virgen Maria...
ANUNCIEMOS EL SÍ DE LA INMACULADA CONCEPCION.

Encendemos está tercera luz en este día en el que nuestra mirada y nuestro corazón se dirigen a María, recordando su concepción inmaculada.

Haz Señor que su ejemplo e intercesión nos ayuden en nuestro camino, para escuchar y acoger tu palabra y responder como ella.

Ven, Señor, para disipar la oscuridad que el pecado genera en nuestro mundo y en nuestras vidas.

¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, que el mundo te espera!  



domingo, 6 de diciembre de 2020

Segunda semana de Adviento

 Viene el Señor y nos invita a cambiar... ANUNCIAD LA CONVERSIÓN 

Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos esta luz. 

El viejo tronco está rebrotando, florece el desierto. La humanidad entera se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne. 

Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza.

¡Ven pronto, Señor. Ven, Salvador!