(Lucas 2,7)
Al encender, en el último domingo,
la última lamparilla
pensamos de nuevo en ella,
la Virgen, tu madre y nuestra madre.
Nadie te esperó con más ansia,
con más ternura, con más amor.
Nadie te recibió con más alegría.
Te sembraste en ella
como el grano de trigo
se siembra en el surco.
En sus brazos encontraste
la cuna más hermosa.
También nosotros
queremos prepararnos así:
en la fe, en el amor
y en el trabajo de cada día.
¡Ven pronto, Señor! ¡Ven a
salvarnos!
Para todo aquel que quiera, tenemos en la parroquia la Luz de Belén.
Podéis venir a recogerla antes o después de misa, sólo tenéis que traer un farolillo para transportarla con comodidad.
Hemos tenido la celebración de los sembradores de estrellas haciendo el "Camino de la luz de Navidad" para que la Buena Noticia llegue con nuestra siembra a todos los que nos rodean.
Prado y Francisco, delegados de la Pastoral Familiar, nos han hablado sobre San José y la Sagrada Familia.
En las tinieblas se encendió
una luz,
en el desierto clamó una
voz.
Se anuncia la buena noticia:
el Señor va a llegar.
Preparad sus caminos,
porque ya se acerca.
Adornad vuestra alma
como una novia se engalana
el día de su boda.
Ya llega el mensajero.
Juan Bautista no es la luz,
sino el que nos anuncia la
luz.
Cuando encendemos la cuarta
lamparilla
cada uno de nosotros quiere
ser
antorcha tuya para que
brilles,
llama para que calientes.
¡Ven, Señor, a salvarnos,
envuélvenos
en tu luz,
caliéntanos
en tu amor!
La luz que encendemos hoy
nos invita a poner nuestra mirada
en este camino de Adviento
en María Inmaculada.
La llama de su Sí
ilumina toda la historia,
y su pureza nos muestra
las grandezas del Señor
en la pequeñez humana.
Ella es la estrella segura
que propicia el encuentro con Jesús.
Ella es la que nos enseña
a avivar la esperanza en este
tiempo.
Dios te salve, llena de gracia,
porque el Señor está contigo
y lo que te ha dicho se cumplirá.